Wiki NuevoOlimpo
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{{Capitulo|Capítulo = SS NO 8: El volcán en el cielo|imagen = SS NO 8 Banner.jpg |Autor(es) = [[Usuario: El Guerrero del Cielo|LES]]|Número = 8|Estado = Finalizado|Saga = [[Saint Seiya: Nuevo Olimpo (Fanfic comunitario)|Saint Seiya: Nuevo Olimpo]]|Anterior = [[SS NO 7: Las lágrimas del león]]}}'''El volcán en el cielo''' es el '''octavo capítulo '''del fanfic comunitario [https://nuevoolimpo.fandom.com/es/wiki/Saint_Seiya:_Nuevo_Olimpo_(Fanfic_comunitario) Saint Seiya: Nuevo Olimpo] y corresponde al arco argumental introductorio '''Las Estrellas del mañana'''.
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{{Capitulo|Capítulo = SS NO 8: El volcán en el cielo|imagen = SS NO 8 Banner.jpg|Autor(es) = [[Usuario: El Guerrero del Cielo|LES]]|Número = 8|Estado = Finalizado|Saga = [[Saint Seiya: Nuevo Olimpo (Fanfic comunitario)|Saint Seiya: Nuevo Olimpo]]|Anterior = [[SS NO 7: Las lágrimas del león]]|Siguiente = [[SS NO 9: De vuelta al Santuario]]}}'''El volcán en el cielo''' es el '''octavo capítulo '''del fanfic comunitario [https://nuevoolimpo.fandom.com/es/wiki/Saint_Seiya:_Nuevo_Olimpo_(Fanfic_comunitario) Saint Seiya: Nuevo Olimpo] y corresponde al arco argumental introductorio '''Las Estrellas del mañana'''.
 
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<p dir="ltr" style="line-height:1.7999999999999998;margin-top:0pt;margin-bottom:0pt;"><span style="font-size:12pt;font-family:'Times New Roman';color:#000000;background-color:transparent;font-weight:400;font-style:normal;font-variant:normal;text-decoration:none;vertical-align:baseline;white-space:pre;white-space:pre-wrap;">   Mi puño se clava en el suelo y la arena se conmociona, reaccionando a mi voluntad de una forma negativa. Un pequeño tornado se ocasiona en aquel punto, absorbiendo mis llamas con cada grano. Aprovecho la conmoción apagando mi fuego y huyendo del lugar. Las heridas ahora no significan nada, tan solo debo correr con todas mis fuerzas para alejarme de ellos. Las arenas continúan con sus remolinos incesantes a mis espaldas, parece que los he perdido.</span></p>
 
<p dir="ltr" style="line-height:1.7999999999999998;margin-top:0pt;margin-bottom:0pt;"><span style="font-size:12pt;font-family:'Times New Roman';color:#000000;background-color:transparent;font-weight:400;font-style:normal;font-variant:normal;text-decoration:none;vertical-align:baseline;white-space:pre;white-space:pre-wrap;">   Mi puño se clava en el suelo y la arena se conmociona, reaccionando a mi voluntad de una forma negativa. Un pequeño tornado se ocasiona en aquel punto, absorbiendo mis llamas con cada grano. Aprovecho la conmoción apagando mi fuego y huyendo del lugar. Las heridas ahora no significan nada, tan solo debo correr con todas mis fuerzas para alejarme de ellos. Las arenas continúan con sus remolinos incesantes a mis espaldas, parece que los he perdido.</span></p>
   
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<p dir="ltr" style="line-height:1.7999999999999998;margin-top:0pt;margin-bottom:0pt;"><span style="font-size:12pt;font-family:'Times New Roman';color:#000000;background-color:transparent;font-weight:400;font-style:normal;font-variant:normal;text-decoration:none;vertical-align:baseline;white-space:pre;white-space:pre-wrap;">   El sol comienza a ocultarse, y yo sigo aún vagando en este páramo dorado. No he vuelto a ver a los soldados de armaduras cafés, pero tampoco he vuelto a ver a ningún cactus, o reptil, siquiera a un escorpión. Dejé atrás mis provisiones durante el combate, más me vale encontrar algún poblado en los próximos kilómetros. Por lo menos mi paso se ha agilizado y las heridas ya no duelen, puede que antes de que anochezca encuentre señales de vida.</span></p>
 
<p dir="ltr" style="line-height:1.7999999999999998;margin-top:0pt;margin-bottom:0pt;"><span style="font-size:12pt;font-family:'Times New Roman';color:#000000;background-color:transparent;font-weight:400;font-style:normal;font-variant:normal;text-decoration:none;vertical-align:baseline;white-space:pre;white-space:pre-wrap;">   El sol comienza a ocultarse, y yo sigo aún vagando en este páramo dorado. No he vuelto a ver a los soldados de armaduras cafés, pero tampoco he vuelto a ver a ningún cactus, o reptil, siquiera a un escorpión. Dejé atrás mis provisiones durante el combate, más me vale encontrar algún poblado en los próximos kilómetros. Por lo menos mi paso se ha agilizado y las heridas ya no duelen, puede que antes de que anochezca encuentre señales de vida.</span></p>

Revisión actual - 01:34 3 ago 2020

El volcán en el cielo es el octavo capítulo del fanfic comunitario Saint Seiya: Nuevo Olimpo y corresponde al arco argumental introductorio Las Estrellas del mañana.

Desarrollo

   El relámpago que escala en mi estómago derrumba la calma momentánea que me invade. El destello del sol quiebra las penumbras de mi mente e ilumina las recientes ruinas que me rodean. Me pongo de pie con pesar y observo a mi alrededor, buscando alguna señal de aquel joven, o el bartender, o el arquero, pero no soy capaz de vislumbrar ninguna figura humana. Los escombros del bar cubren tono mi rango de visión, y me veo forzado a salir de allí a paso lento y adolorido. 

   Mi cloth se muestra con varias rasgaduras y el protector de uno de mis brazos ya no está. Se me hace patético el hecho de haber caído inconsciente tan sólo unos minutos de mi primer combate, de verdad no sé qué pensar de lo que me aguarda más adelante, si es que ese tipo no murió en el combate.

   Intento ordenarle a mi Cloth que se guarde en la Pandora Box, pero no me responde. Me resigno al tiempo y continúo aún con mi mano en el vientre, donde no paro de sangrar. No hay rastros de nadie, todos se han ido. Inclusive la tormenta de arena pareciera haberse detenido. Por un lado es perfecto, ya que parece que no tendré que confrontarme con nadie por ahora, pero con esta herida no llegaré muy lejos y moriré desangrado luego de caminar un par de metros. Aún así, decido intentarlo y seguir mi camino, no me queda otra opción. 

   El vacío del poblado es abrumador, no hay ningún atisbo de luz o vida dentro de los muros de los edificios. Aunque puedo sentir un pequeño Cosmos a la lejanía, su intensidad es tan tenue que debe de estar a kilómetros del lugar. Suspiro, me tambaleo y sigo con mi marcha errante. Golpeo una de las puertas, intentando apaciguar la soledad que me invade, pero no percibo nada. Entro en la cabaña y me aplico un vendaje en la herida antes de surtirme de provisiones para continuar el viaje (ya que mi bolso debe de haberse perdido en medio de los escombros del bar). Me hago de un bolso café, con una varias cantimploras con agua y algunas comidas de conserva. Con este corte en mi abdomen no podré moverme a mi velocidad habitual, así que me hago una idea de cuanto me demoraré en mi cruzada. 

   Ya pasadas unas horas de adentrarme en el desierto, mis piernas comienzan a fallarme y mi vista a nublarse. Parece ser que caeré desmayado de nuevo, si no es que muero aquí. La densidad de la arena es espantosa, tan sólo veo el dorado del desierto, el calor del sol y el cielo que amenazan mi supervivencia. Caigo al suelo sobre una de mis rodillas, todo se hace oscuro. El destello del sol simula los cabellos dorados que me acompañan en mis habituales desmayos. La veo una vez más frente a mí, extendiendo su mano.

   —Ya falta poco, Arukan— susurra a través de sus delicados labios. —No puedes morir aún. Tu Cloth lo sabe.

   En aquel momento, la Cloth responde a sus palabras resonando con su brillo violáceo. Mi Cosmos se enciende de forma abrupta y mi cuerpo reacciona justo antes de recibir el ataque de aquel guerrero que se presenta ante mí. De un salto me alejo, pero caigo presa del dolor antes de lograr reincorporarme. El soldado avanza hacia mí levantando sus puños cubiertos por su armadura café. La Cloth resuena una vez más, y una visión se hace presente ante mis ojos. 

   <<Ya veo…>> pensé esquivando su golpe en el último instante, concentrando mi Cosmos en mi brazo desprotegido. —Typhon bullet.

   Mi puño se entierra en uno de los flancos del adversario y lo aleja con una enorme potencia, envolviendo parte de su armadura con el fuego violeta. Ignoro la herida de mi vientre y prosigo a acercarme a él para golpearlo en su estómago y luego en su mentón. El hombre cae al suelo cuando le descargo un golpe en la sien. El malestar se apodera de mi cuerpo y me obliga a retroceder para descansar sobre mis rodillas.

   —Ese tal Andhaka no mentía, este desierto está repleto de guerreros de otros ejércitos.

   —¿Andhaka? ¿Andhaka, dices? —exclama con una voz familiar, parecida a la de aquel joven ciego.

   —¿Acaso lo conoces?

   —Así que ese idiota sigue mezclándose con forasteros. Ese niño nunca aprende— se coloca de pie, como si mis golpes no le hicieran daño alguno.

   —Tendré que terminar contigo antes de que se aparezca por aquí.

   —¡Espera! ¡No es necesario luchar! No vengo de algún ejército enemigo, ni nada parecido. Tan sólo busco llegar a Grecia.

   —Eso no tiene porqué importarme. 

   —¿Vas a atacar a alguien que está herido? Que poco honor tienes.

   —Tonterías.

   Comienza a correr hacia mi dirección, elevando su puño y envolviéndolo con un Cosmos desabrido y tenue. Aún con aquel nivel, soy consciente de que un buen golpe podría acabar abriendo más la herida y complicando así las cosas, por lo tanto, me incorporo y enciendo mi Cosmos, concentrándolo en mi brazo derecho.

   —En ese caso, ¡Typhon bullet! —salgo disparado hacia él y lo golpeo con todas mis fuerzas en su rostro, quebrando la diadema que llevaba sobre su frente. Aterrizo con cuidado mientras su cabeza se enciende con mi fuego, busco voltearme hacia él pero recibo un golpe contundente en mi espalda que me entierra en la arena. 

   Puedo verlo con su cabeza encendida pisoteándome la espalda. Mi Cosmos de igual forma asciende desde la planta de su pie hasta consumir su pierna y no pareciera inmutarse. Su pie se siente cada vez más pesado y me entierra más profundo en la arena. <<¿Qué es esto? ¿No puede sentir dolor?>> me pregunté mientras era hostigado con el guerrero desconocido. Mi Cosmos explota en una llamarada ascendente que logra hacerlo retroceder por unos instantes, me reincorporo con pesar y mantengo mi guardia firme a una distancia prudente. <<Es un enemigo formidable>>.

   <<¿Será éste uno de los soldados de ese tal Aryuna?>> me pregunto sin despistarme del adversario. <<No parece ser de muchas palabras, y su Cosmos es extraño…>>. El soldado se abalanza hacia mí, concentrando su Cosmos en uno de sus puños, esbozando una sonrisa que deforma su rostro de forma desagradable. 

   De pronto, varios Cosmos similares se hacen presentes en el lugar. Parecieran ser copias del aquel que tengo frente a mis ojos; siete guerreros con armaduras idénticas se aparecen desde el horizonte, embistiendo desde cada uno de mis flancos. <<Mierda. Salen de la nada>>. 

  Desvío el puño del que tengo frente mío y avanzo hacia sus espaldas, los otros saltan y se interponen en mi camino. Evito sus golpes como puedo, llevándome varios en el camino y devolviendo algunos otros. Serpenteo con dificultad hasta salirme de la masa café que me envuelve y me dispongo a correr en aquella dirección. Una onda de Cosmos impacta contra mi espalda y resquebraja mi armadura. Caigo sobre una de mis rodillas y me veo obligado a voltear hacia ellos, contemplando su uniforme marcha que amenaza con aplastarme.

    —No tengo tiempo para esto, mierda —mi fuego interior resuena y se manifiesta en un torrente ascendente de Cosmos. —Typhon Bullet.

   Mi puño se clava en el suelo y la arena se conmociona, reaccionando a mi voluntad de una forma negativa. Un pequeño tornado se ocasiona en aquel punto, absorbiendo mis llamas con cada grano. Aprovecho la conmoción apagando mi fuego y huyendo del lugar. Las heridas ahora no significan nada, tan solo debo correr con todas mis fuerzas para alejarme de ellos. Las arenas continúan con sus remolinos incesantes a mis espaldas, parece que los he perdido.



   El sol comienza a ocultarse, y yo sigo aún vagando en este páramo dorado. No he vuelto a ver a los soldados de armaduras cafés, pero tampoco he vuelto a ver a ningún cactus, o reptil, siquiera a un escorpión. Dejé atrás mis provisiones durante el combate, más me vale encontrar algún poblado en los próximos kilómetros. Por lo menos mi paso se ha agilizado y las heridas ya no duelen, puede que antes de que anochezca encuentre señales de vida.

   Me he estado cuestionando mi destino unas horas después de salir del combate. ¿Por qué confío en las palabras de unos desconocidos? ¿Por qué me dirijo a un punto incierto? De pronto derrumbo mis miedos, ya que sé que conozco el lugar. Estoy seguro de haberlo visto, de haber estado allí, de haber servido a la diosa Athena. Estoy seguro de todo aquello, aunque otra parte de mí aún se niegue a concurrir al Santuario. 

   Una columna de fuego carmesí se eleva al cielo en dirección a mi destino (o eso creo). Puedo sentir el resonar de un Cosmos agresivo, casi omnipotente, que también presume tener poder sobre estas tierras. Es tan abrumador como el de ese tal Aryuna, pero tiene una calma extravagante como la de Andhaka.

   Sea lo que sea, ahora no tengo tiempo para divagar en aquello; allá ellos solucionarán sus problemas, quien quiera que sean. Puedo divisar luces en el horizonte, para que estoy cerca de otra parada.